Italo Calvino nos muestra una historia un tanto burlona y desconcertante.
A Cosimo, un joven de 12 años, su padre le reprime y castiga por no querer comer caracoles en una cena familiar.
El niño, ni corto ni perezoso, marcha de casa y se encarama al primer árbol que encuentra en el jardín.
Así va a pasar su vida, de rama en rama y sin querer saber nada de la vida terrenal.
Entretenido.
Ese niño se merece que le castiguen para toda la vida. Se nota que no ha probado los especiales al whsiky, genuinos de Bep.
ResponderEliminarA mi no me gustan los caracoles y no me ando por las ramas. Un niño un poco estupidillo.
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